Pío XII ¿el Papa de Hitler?

El 9 de octubre de 1958 falleció el Papa Pío XII que gobernó la Iglesia por casi 20 años. Los testimonios de la prensa de esos días muestran el sentimiento generalizado que provocó su muerte, no sólo entre los católicos, sino también entre quienes no compartían nuestra fe, como la que entonces era ministro de relaciones exteriores de Israel y después sería primer ministro de dicha nación, Golda Maier. Sin embargo, en torno a su figura se fue forjando una leyenda que lo acusa de filonazista, de haber sido el Papa de Hitler, leyenda que arranca del presunto silencio cómplice del Papa ante los horrores de los nazis contra el pue­blo judío. Esta leyenda alcanzó su culminación en 1963 con la representación del drama “El vicario’ de Rolf Hochhuth y fue relanzada en el año 2002 por la película “Amén” de Constantin Costa-Gavras.

Con ocasión de los cincuenta años de su fallecimiento se organizó en Roma un congreso por dos de las más prestigiosas universidades pontificias, la Universidad Lateranense y la Universidad Gregoriana, con la finalidad de estudiar el magisterio del Papa fallecido. La inauguración de ese congreso estuvo a cargo del cardenal Secretario de Estado, Mons. Tarcisio Bertone, quien en su discurso inaugural abordó el tema de esta leyenda negra. Ya se sabe que el origen de la misma se encuentra en el KGB ruso, quienes facilitaron la idea y los medios para que la leyenda se difundiera por el mundo. Lo interesante del discurso fue que el propio cardenal Secretario de Estado se hizo eco de esta versión: “que se trataba de una campaña orquestada ya lo había denunciado en Italia Giovanni Spadoline en 1965, cuando ese historiador habló de ataques sistemáticos del mundo comunista”.

Desde hace tiempo la Santa Sede ha puesto a disposición de los historiadores los documentos necesarios para hacer la historia de la Iglesia durante la Segunda Guerra Mundial y recientemente se han abierto nuevos archivos. Pero, como lo constataba el cardenal en su conferencia, “parece que basta abrir un archivo, cuya apertura se reclamaba con fuerza para que ya no interesen sus documentos. Evidentemente, a muchos la historia sólo les importa cuando la pueden usar como arma... Esta enorme do­cumentación... está confirmando que la polémica sobre el así llamado ‘silencio’ de Pío XII, acusado de insensibilidad o incluso de connivencia con el Holocausto, es una instrumentalización, como por lo demás lo indican con claridad sus orígenes, arrai­gados en la propaganda soviética ya durante la guerra, que luego se prosiguió en la propaganda comunista durante la guerra fría y, por último, fue relanzada por sus seguidores”. En una entrevista reciente al director del diario italiano Il corriere della sera, un his­toriador que no es católico, ponía de relieve lo siguiente: “Una vez concluida la guerra, si Pío XII hubiese tenido la conciencia sucia, se habría jactado de la obra de salvación de los judíos. [Sólo en Roma se salvaron más de diez mil]. Por el contrario, jamás lo hizo. Jamás dijo una palabra. Podía haberlo hecho. Podía hacer que lo escribieran o dijeran otros, pero no lo hizo. Para mí esta es la prueba de la grandeza de su personalidad. No era un Papa que sentía necesidad de defenderse”.

En la misma conferencia el cardenal Secretario de Estado re­cordaba que estaba en curso la causa de beatificación de Pío XII, un hecho religioso que es de competencia exclusiva de la Santa Sede. Salía así al paso de quienes están tratando de impedir su beatificación, entre otras cosas, avivando la vieja leyenda en su contra. Y finalizaba, exhortando a orar para que prosiga feliz­mente su causa de beatificación. Así, pues, usted ya tiene tarea para la casa, porque de sus oraciones y de las mías dependerá que este Papa magnífico alcance pronto el honor de los altares.