Mi buen amigo Félix Blázquez, español de España, me ha vuelto a enviar un correo electrónico en que me cuenta una historia que me ha parecido interesante que usted conozca. Se llama “la historia de Pepe”,
Pepe era ese tipo de persona que te encantaría ser. Siempre estaba de buen humor y siempre tenía algo positivo que decir. Cuando alguien le preguntaba cómo le iba, él respondía siempre: “Si pudiera estar mejor, tendría un gemelo”. Si un compañero de oficina tenía un mal día, Pepe estaba ahí para decirle cómo ver el lado positivo de la situación.
Ver este estilo de vida me causó curiosidad así que un día le dije a Pepe: “No entiendo, no es posible ser una persona positiva todo el tiempo. ¿Cómo lo haces?” Pepe respondió: “La verdad es que es muy simple. Cada mañana me despierto y me digo a mi mismo: Pepe, tienes dos opciones este día: puedes escoger entre estar de buen humor o puedes escoger estar de mal humor; escojo estar de buen humor. Cada vez que sucede algo malo, puedo escoger entre ser una víctima o aprender de ello. Escojo aprender de ello. Cada vez que alguien viene a mí para quejarse de sus problemas, puedo escuchar su queja y lamentarlo con él o puedo señalarle el lado positivo de la vida. Escojo señalarle el lado positivo de la vida”.
“Sí, claro, protesté, pero no es tan fácil”. “Sí lo es, dijo Pepe. Todo en la vida es cuestión de elecciones. Cuando quitas todo lo demás, cada situación es una elección. Tú eliges cómo reaccionar ante cada situación, tú eliges cómo la gente afectará tu estado de ánimo, tú eliges estar de buen humor o de mal humor. En resumen, tú eliges cómo vivir la vida”.
Tiempo después supe que lo habían asaltado y había sido gravemente herido de bala que lo obligó someterse a una larga operación de ocho horas y a meses de convalecencia. Cuando me encontré con él le pregunté cómo estaba y su respuesta, siempre sonriente, fue la misma de siempre: “si pudiera estar mejor, tendría un gemelo”. Cuando le pregunté por el asalto y su recuperación me dijo: “cuando estaba tirado en el suelo recordé que tenía dos opciones, podía elegir vivir o podía elegir morir. Elegí vivir. Los médicos fueron geniales, no dejaban de decirme que todo iba a estar bien, pero cuando entré al quirófano y vi las expresiones en sus caras realmente me asusté; podía leer en sus ojos “este es hombre muerto”. Supe entonces que debía tomar una decisión”. “¿Qué hiciste?” pregunté casi anhelante. Pepe me dijo: “bueno, uno de los médicos me preguntó si era alérgico a algo y, respirando profundo, grité, sí, a las balas. Mientras reían, les dije: “estoy escogiendo vivir, opérenme como si estuviera vivo, no muerto”.
Pepe vivió por la maestría de los médicos, pero sobre todo por su asombrosa actitud. Sabía que cada día tenemos la elección de vivir plenamente porque la actitud con la que enfrentamos la vida lo es todo.
No importa lo que ocurra en su vida, porque tiene la capacidad de elegir su reacción. Busque lo mejor de cada situación y ofrezca lo mejor que hay dentro de usted. Al final, la decisión de cómo es, de cómo se ve, de cómo se siente, de cómo vive es suya. Sólo se frustran aquellos que dejan de ver la parte positiva de sus resultados y de la vida, porque, a pesar de las apariencias, la vida siempre, siempre, tiene un lado positivo para todos, y, por supuesto, para usted.